Ya sabemos que debido a la neotenia tenemos un casa un peludo con ganas de jugar y permanecer cachorro todo el tiempo. Además de esto como buenos cachorrotes, lo sean o no, disfrutan restregándose contra olores para nosotros poco acertados, correteando por el barro, visitando todos los charcos que se encuentren y, en definitiva, no piensan demasiado en las consecuencias de no llevar una higiene que para los humanos es fundamental. Y digo bien, “para los humanos“, pues nadie podrá negar que los perros se cuidan mucho de tener la máxima higiene que para su especie se necesita.
¿Quién no ha soñado alguna vez, siendo niño, con abrir alguno de los regalos de Navidad y encontrar en su interior un cachorro? Este deseo de la infancia, entendido una vez alcanzada una determinada edad, nos recuerda nuestra ignorancia respecto a la enorme responsabilidad que acarrea cuidar y mantener un animal de compañía. Hay padres que ceden a la insistencia y terminan comprando lo que, en la mayoría de las ocasiones, es un mero capricho. No hay que tomar a la ligera la concienciación previa que exige el hacerse cargo de lo que, al fin y al cabo, es un ser vivo.
Algunos perros serán siempre lindos cachorros de corazón. Su amor puede a veces aplastarte o derribarte dependiendo si estás parado o sentado. Las razas de más grandes hacen imágenes tan graciosas:
Se trata, sin duda, de una de las enfermedades que causa más preocupación entre los propietarios de perros. De origen viral, es un mal muy contagioso y con un alto nivel de mortalidad en los ejemplares más jóvenes. Los que sobreviven a él conviven con graves secuelas nerviosas durante el resto de su vida. Es por ello que la vacunación, la única forma de prevenirlo, es fundamental cuando alguien decide comprar o adoptar un cachorro.